¿Qué podrías decir de mi sombra?
Ese charco de esqueletos rodeados.
Por eso cada uno tiene el rostro que se merece,
la copa rebosante en la higuera.
Es mejor compartir una parte de la nada,
las horas bastardas, frías de sueño.
¿Qué podrías decir de mi tonta sombra,
mientras, impaciente el tren llora?
Los días que veo...
fueron la grieta de esa mañana.
De A. Muñoz y Ph. Caillon
viernes, 24 de octubre de 2008
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