jueves, 26 de febrero de 2009

Papá

Papá, tu caballo tiene una mano en alto. Fue el momento justo, fueron las heridas de guerra. Habías ganado, habías perdonado, habías reconciliado, estabas en paz. Soy chico y ahora me siento mas chico que nunca, soy chiquito como cuando me alzabas en brazos. Tengo la cabeza perturbada, tengo la imagen del momento: Tu cara fría, tu cuerpo duro, tu sin respiros, tu sueño eterno... de ese que no te pudimos despertar. Ahora no me podes abrazar, no me podes dar un beso de calma. Te prometo y me prometo que así no es como te voy a recordar, que así no te quiero recordar... me voy a quedar con las postales de entre sonrisas, risas, abrazos, postales juntos.

El hueco que dejaste.

Y en tu hueco me acuesto tratando de atascar los ojos. No puedo, duele, quema, tengo miedo... mama tampoco puede, estamos desvelados. La abrazo, de mi boca saco tus palabras ¨No te preocupes, todo va a estar bien... siempre fuimos fuertes y vamos a empujar para el mismo lado, unidos vamos a poder, no estas sola.¨. Acostado a su lado la envuelvo entre mis brazos para protegerla, para tranquilizarla, pero los ojos se humedecen, la voz se quiebra y es que estamos pensando en vos. Cierro los ojos, pero los grillos de la ventana hablan de vos, el ruido del ventilador habla de vos, el murmullo de la casa habla de vos, hoy todo habla de vos. El hueco es grande.